¿Cuándo es el mejor momento para podar?

Se acerca el frío y con ello la caída de las hojas. En algunos municipios estamos empezando a ver cómo se están podando los árboles. A menudo el criterio utilizado para decidir cuándo podar es “antes de que caigan las hojas para ahorrar trabajo al equipo de limpieza municipal”.  

Aunque es un criterio lógico no es el más adecuado para los árboles. Este tipo de poda, que en el caso de plátanos (Platanusxhispánica), olmo (Ulmus resista), almez (Celtis australis) suela ser la poda en brocada y consiste en eliminar casi el 50% del volumen de ramas dejando a la vista la estructura. 

En general, podríamos decir que en a primeros de otoño no es ni el mejor momento ni ésta la mejor poda a aplicar a un árbol, pero las razones de índole económico pesan mucho a la hora de tomar decisiones en la administración pública y también en clientes privados. Ahora ver hojas secas molesta y causa daños que antes eran asumidos (hay que limpiar más a menudo, hay que vaciar las rejas interceptoras de lluvia, hay riesgos de resbalar con las hojas húmedas, etc)… 

En cualquier caso explicaremos 3 razones por las que no es conveniente podar a primeros de otoño y sí a la salida del invierno:

  1. Los árboles aún están produciendo carbohidratos principalmente a partir de la fotosíntesis. Al reducir la masa foliar del árbol éste para su actividad de forma repentina y no puede recoger los azúcares producidos en hoja y que empiezan a transportarse por las ramas más finas hasta el tronco. En este sentido, el árbol pierde nutrientes esenciales para aguantar el invierno y brotar sano a principios de primavera
  2. Se generan cicatrices que, al entrar en un periodo de letargo, las células encargadas de cicatrizar la herida no van a actuar hasta la primavera. Durante todo este tiempo es muy fácil que hongos e insectos entren por los cortes producidos y que durante parte del invierno afecten a la estructura del árbol
  3. Es posible que haya alguna semana con incrementos de temperatura (veranito de san martín) que haga que algunas especies broten de nuevo. Al ir hacia el invierno lo más lógico es que las temperaturas vayan descendiendo con el riesgo que supone para los nuevos brotes. Lo más normal es que se hielen y mueran. De esta forma estaremos de nuevo debilitando aún más a los árboles. 

Sabemos que tener vegetación en nuestro entorno puede generar incomodidades (caída de hojas, polen, etc.) pero es cierto también que esas mismas plantas que producen estas “molestias” también son las responsables de ofrecernos refugios climáticos en verano, paseos a la sombra y entornos frescos cuando a pleno sol no se puede estar y nos reconfortan visualmente con un verde que ordena y relaja los entornos urbanos. 


Poda de árboles con hojas aún verdes en una ciudad.

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