Cuando falta espacio, pero sobra creatividad, surgen soluciones increíbles. En el Instituto La Miquela, en Bescanó (Girona), se planteó un reto: ¿cómo tener un arboretum y un pequeño jardín botánico dentro de una escuela sin espacio disponible? La respuesta fue sencilla y, a la vez, innovadora: construir un jardín vertical.


Este muro verde no solo permitió a los estudiantes experimentar con distintas especies de plantas, calcular dosis de riego y analizar el consumo de agua, sino que también transformó un espacio que antes pasaba desapercibido en un rincón lleno de vida. Y lo mejor de todo es que el alumnado participó activamente en la plantación, convirtiendo el proyecto en una experiencia educativa práctica y motivadora.
Las fachadas verdes como esta no son solo una cuestión estética. Los beneficios son muchos: ayudan a mejorar la calidad del aire, reducen la temperatura en el entorno y proporcionan aislamiento térmico y acústico. Además, son un recurso increíble para la educación ambiental dentro de las escuelas, permitiendo a los estudiantes observar de cerca el crecimiento de las plantas y aprender sobre sostenibilidad de forma directa. También favorecen la biodiversidad, atrayendo insectos polinizadores y pequeños pájaros, lo que contribuye al equilibrio ecológico del entorno.

Otro aspecto interesante es que los jardines verticales pueden adaptarse a distintos espacios y necesidades. No hace falta un gran presupuesto ni una infraestructura compleja: con materiales reciclados, un buen diseño y la implicación de la comunidad escolar, cualquier pared puede convertirse en un muro verde lleno de vida. Además, con la tecnología actual, es posible implementar sistemas de riego eficiente que optimicen el uso del agua y faciliten el mantenimiento de las plantas.
Este tipo de iniciativas también fomentan valores como el trabajo en equipo y el respeto por la naturaleza. Los estudiantes no solo aprenden sobre botánica, sino que también desarrollan un sentido de responsabilidad al cuidar las plantas y ver los efectos de su trabajo en el tiempo.


Sería muy positivo que más centros educativos con problemas de espacio se animen a probar iniciativas como esta. Con un poco de ingenio, hasta el rincón más inesperado puede convertirse en un pulmón verde lleno de aprendizaje y vida.
¿Estás pensando en poner un jardín vertical? Ponte en contacto con nosotros y te asesoraremos.